Amor y cerebro

Amor y cerebro

Hace unos años se llevó a cabo en una maternidad de Sevilla la siguiente observación. Los bebés prematuros deben pasar varios días en la incubadora bajo atención médica continua y en un ambiente perfectamente aséptico. Dada su inmadurez biológica, se procura no sacarlos de su cuna esterilizada y se les atiende y se les alimenta sin tomarlos en brazos. Pues bien, a los médicos de esa maternidad sevillana se les ocurrió permitir a algunas madres que dieran de comer a sus hijos y les pudieran abrazar, acariciar y hablar mientras lo hacían. Los resultados fueron contundentes: los niños atendidos por sus madres ganaron peso mucho antes que los otros. Lo que demuestra algo obvio: que no hay mejor alimento que el afecto y el cariño.

Ahora, un estudio de la Universidad de Washington en San Luis viene a demostrar algo que también resulta intuitivamente evidente: que el amor maternal es muy saludable para el cerebro del niño.

El estudio ha sido llevado a cabo por el equipo de la profesora de psiquiatría infantil Joan L. Luby. El hipocampo es una estructura cerebral que participa en el control del estrés y una pieza clave en los procesos de memorización y aprendizaje. Las observaciones anteriores con animales habían apuntado a que la intervención de la madre podía influir en el desarrollo del cerebro. Del mismo modo, experiencias llevadas a cabo con niños criados en un ambiente acogedor dieron como resultado una mejora en su rendimiento escolar.

Pero hasta ahora no hemos tenido una evidencia científica de que el cariño y la vinculación de los padres pudieran intervenir directamente en la anatomía del cerebro de los niños, en concreto, en el tamaño del hipocampo.

Los investigadores realizaron escáneres cerebrales a 92 de los niños que habían sido estudiados en su etapa preescolar. Las imágenes revelaron que los niños sanos que habían sido cuidados y queridos por sus padres tenían un hipocampo casi un 10 por ciento mayor que en los niños cuya relación materna no había sido tan enriquecedora.

“Durante años –explica Joan L. Luby– los estudios han puesto de relieve la importancia de un ambiente paterno sano, acogedor y enriquecedor para un desarrollo infantil sano; sin embargo, la

mayoría de los estudios han analizado factores psicosociales o el rendimiento escolar. Este estudio, que yo sepa, es el primero que muestra un cambio anatómico en el cerebro, lo que realmente proporciona una evidencia para las teorías sobre desarrollo infantil que subrayaban la importancia de una paternidad enriquecedora”.

La propia Luby se sorprende de los resultados de su estudio, pues ha descubierto el poderoso efecto de los cuidados maternos sobre los niños mentalmente sanos. Remarca esto último porque en el estudio intervinieron también niños con depresión, en cuyo caso, como era de esperar, pues lo mismo ocurre con los adultos, el volumen del hipocampo es menor.

A pesar de que el 95 por ciento de las madres que intervinieron en el estudio eran madres biológicas, los investigadores están convencidos de que los mismos resultados se obtendrían con cualquier tipo de atención, sea de los padres adoptivos o los abuelos.

Aunque no hacen falta estudios científicos para demostrar que el cuidado maternal, el afecto y el amor son fundamentales para el crecimiento de una persona, parece que algo es más verdadero si lo corrobora un estudio o una experiencia científica.

Compártelo: