Homofobia

Homofobia

La tergiversación del lenguaje es uno de los mecanismos de control mental más utilizados hoy en día. Asocia una palabra a  un conjunto de emociones negativas, a unos slogans, para impedir o dificultar que pienses y hagas las matizaciones correspondientes. Dale bombo y platillo en los medios de comunicación, asócialo a términos como fascista,, intolerante, etc. y “magia”. Has conseguido tergiversar el concepto y puedes colar las mayores barbaridades conceptuales.

Pues bien, la homofobia es uno de estos conceptos- trampa. Diseccionemos el concepto y descubramos lo que esconde.

Según la RAE, homofobia es la aversión obsesiva hacia personas homosexuales. De aquí se deduce que:

– es una obsesión, no es razonada, se basa en un sentimiento incontrolado

– es una aversión hacia personas homosexuales, no hacia ideas ni conceptos

Sin embargo, en la práctica este concepto se ha tervigersado y extendido, de tal forma que :

– cualquier persona que no esté de acuerdo con la homosexualidad como concepto, es un homófono.

– asigna implícitamente a la homosexualidad como concepto, un valor positivo. Por tanto, el que no esté de acuerdo, se le da un valor negativo, incluso denunciable, de delito.

Esta tergiversación del leguaje exige aclarar los siguientes términos:

1. Estar en contra de la homosexualidad como actividad humana, es una valoración moral que afecta al hecho en sí: un hecho que bajo muchos aspectos puede y debe tratarse como una desviación:

– contra el ejercicio de al sexualidad humana, que por naturaleza está orientada al amor entre un hombre y una mujer, consecuencia del cual surge el nacimiento de hijos y la perpetuación de la especie. Si no está orientada al amor, no supone una entrega y donación interpersonal, sino un ejercicio egoísta (y por tanto inmoral) orientada al placer, aunque sea un consentimiento entre dos egoísmos. Si no está abierta a la vida, es tan “contra natura” – aunque en grado distinto. como otros ejercicios desviados de la sexualidad como son la masturbación, la pedofilia o la bestialidad.

– antropológicamente es una obviedad que no cumple ninguna función social, ya que una sociedad humana con predominio de homosexuales acabaría extinguiéndose.

– fisiológica y anatómicamente es un contrasentido, ya que no hay ningún tipo de complementariedad física en su ejercicio, como sí existe claramente en las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer. Es más, su ejercicio engendra por su propia naturaleza, graves disfunciones médicas en los que lo practican: graves problemas en el tracto anal, en la digestión, etc.

– psicológicamente es una grave neurosis que exige un tratamiento psiquiátrico potente, ya que los homosexuales sufren una grave distorsión sobre el rol de la sexualidad que les afecta en las relaciones paternas, filiales, conyugales y de su propia identidad personal. De hecho, hay homosexuales que desean huir de los graves trastornos psicológicos que sufren, se tratan psiquiátricamente, y acaban curándose su neurosis, pudiendo posteriormente disfrutar de vida plena y equilibrada.

– sociológicamente, la homosexualidad es una actividad cuya extensión crea graves problemas sociales: existe una correlación muy fuerte entre homosexualidad y pedofilia, se difumina el delito de la corrupción de menores, se reduce la tasa de natalidad, se da pie a aberraciones como la posibilidad de que un hijo adoptado tenga dos “padres” del mismo sexo, etc.

2. Valorar la homosexualidad como moral y antropológicamente negativo no es odiar al homosexual, sino apuntar a la irracionalidad y antinaturalidad de la homosexualidad. La Iglesia católica, una autoridad moral y pastoral de más de 2.000 años de antigüedad, declara – y razona- con la misma fuerza ,la grave inmoralidad de la práctica de la homosexualidad, y su apertura y ofrecimiento de ayuda al homosexual para su sanación y conversión, pues como todo ser humano es Hijo de Dios y llamado a la santidad y a la vida eterna. Como Cristo, odia el pecado pero no al pecador. Con la misma lógica que condena el asesinato o la violación, pero busca el arrepentimiento y la conversión del asesino y del violador.

Recomiendo que, cuando alguien use el término homófono como si fuera lo peor y la actividad más execrable que existe, como una especie de descalificación personal absolutamente indiscutible, os atreváis a hacer razonar a vuestro interlocutor, haciéndole ver los matices arriba expuestos, y negarse a ser convertido en una marioneta de la manipulación lingüística e ideológica. Por desgracia, tendrás muchas ocasiones de hacerlo: ánimo, le harás un favor al discutir el concepto, y te lo harás a ti mismo como ejercicio de libertad orientado a la verdad.