Una espiritualidad desde abajo
EL LIBRO DEL MES
Título: ”Una espiritualidad desde abajo. El diálogo con Dios desde el fondo de la persona”. Autores: Anselm Grün y Meinrad Dufner
Editorial: Narcea, S.A. De Ediciones. Madrid, 2010 6a Edición
Páginas: 133
Público: Mayores. A la hora de afrontar la vida espiritual existen dos posibilidades: asumir un ideal arquetípico y volcar todos nuestros esfuerzos ascéticos a alcanzar las cimas de la espiritualidad. En ciertas fases de la vida espiritual este enfoque tiene sus virtudes, pero antes o después la experiencia del cristiano le lleva a las profundidades de sus zonas de sombra, allá donde sus miserias le revelan impotente para llegar a Dios. Es en esa experiencia de debilidad cuando el cristiano no debe desatender el significado profundo de esta impotencia que descubre el designio divino de que en esa debilidad Dios mismo se descubre como único capaz de salvar al hombre y es de Él de quien el cristiano puede y debe esperar su liberación del pecado y de sus esclavitudes.
EL AUTOR Y SU OBRA
Anselm Grün, benedictino, maestro espiritual y psicólogo, es autor de numerosos libros como “Habitar en la casa del Padre”, “Buscar a Jesús en lo cotidiano” “La oración como encuentro” “La mitad de la vida como tarea espiritual . La crisis de los 40-50” “La salud como tarea espiritual” “Nuestras propias sombras. Tentaciones, complejos, limitaciones” “Si aceptas perdonarte, te perdonarás”, “Nuestro Dios cercano”, etc.
No pretende el autor presentar un tipo de espiritualidad como absolutamente recomendable frente a la otra, pero si advierte de que la espiritualidad desde arriba, ejerciendo la función positiva de despertar vida en nosotros, puede también actuar negativamente produciendo enfermedad cuando los ideales pierden contacto con nuestra realidad.
El peligro de la espiritualidad desde arriba consiste en hacerse la idea de que se puede llegar a Dios por el propio esfuerzo. Pero no. todo esfuerzo nos lleva a constatar que con él solo nadie puede ni hacerse mejor, ni llegar a Dios,
El libro da un repaso a los principales personajes bíblicos como Abrahán, Moisés, David y el mismo San Pablo, como ejemplo de una evolución hacia Dios siguiendo una espiritualidad muy distinta.
Y la enseñanza de Jesús, que nos dice que un corazón contrito es un corazón abierto.
El autor cita en este sentido la espiritualidad monástica, y a su patrón San Benito, que volcaba toda su delicadeza al regular las medidas sancionatorias de los hermanos que habían faltado, precisamente por reconocer la primacía de la misericordia de Dios.
Los monjes -cuenta Anselm Grün- suelen repetir que es necesario reconocerse primero incapaces para que Dios asuma nuestra lucha. “Así lo expresa un viejo apotegma: Un monje consultaba con su viejo director espiritual algunos problemas sobre su continencia. El viejo le explicó: ¡Ánimo! Pon tu
incapacidad ante Dios y quedarás tranquilo”.
Como resumen de la esencia de la espiritualidad desde abajo, nos dice Grün en el capítulo denominado “Experiencia ante la propia nada y ante el fracaso”: La experiencia de Dios no llega nunca como recompensa a nuestro esfuerzo; es la respuesta de Dios al reconocimiento y confesión de la impotencia del hombre.
Interesantísimas son también las consideraciones del libro relativas a la espiritualidad desde abajo y la comunidad, así como el capítulo denominado “Humildad y humor, rasgos esenciales de la existencia humana”.
Al referirse a los ejercitantes a quienes se ha explicado la espiritualidad desde abajo, describen éstos cómo, ”cuando se sienten incapaces de salir por sus propias fuerzas (de su situación de decepción de los resultados de la espiritualidad desde arriba), no debe forcejear; lo único que deben hacer es clamar a Dios para que los saque de allí hacia adelante. En ese encuentro nos presentamos a Dios con las manos vacías, encallecidas por el esfuerzo, cubiertas de rasguños, para que sea Dios el que nos salve. Allí abrimos las manos y palpamos en el fondo de nuestra nada la fuerza de la gracia, el amor de Dios, comprensible solo, o mejor, en el momento en que llegamos a captar que solos no podemos nada. Hemos llegado a comprender con Pablo la virtud de la gracia de Dios que convierte nuestra fragilidad en plenitud y perfección”.
María José Ayala y Ramón Santillán Mayo de 2013