La iglesia no se escandaliza con el sexo

La Iglesia no se escandaliza con la sexualidad

Su valor se entiende a la luz de la vida humana

CIUDAD DE MÉXICO, jueves, 15 enero 2009 (ZENIT.org-El Observador).- Contrario a lo que en los ámbitos seculares se piensa y dice, la Iglesia no evade hablar de de la dimensión corporal del hombre y la mujer, particularmente de la sexualidad. En estos términos se expresó la doctora Helen Alvaré, catedrática de la Universidad George Mason en su conferencia durante la tercera sesión del Congreso Teológico Pastoral, en el marco del VI Encuentro Mundial de las Familias.

La razón principal que permite a la Iglesia valorar la dimensión corporal radica en que el cristianismo, de una manera muy rica, «expresa sus misterios a través de la corporeidad, como es el caso de la Encarnación y la Resurrección», señaló la especialista.

Y recordó que este valor adquiere toda su profundidad cuando «los fieles tienen la conciencia de pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo a través de su propia persona».

La catedrática oriunda de Estados Unidos puntualizó que para entender el valor de la vida humana no se debe evadir el tema de la sexualidad. Aseveró que la Iglesia debe aprovechar su profundo conocimiento sobre la corporeidad humana para hablar y manifestar su posición sobre el tema.

La también asesora del Consejo Episcopal de los Estados Unidos hizo notar que el ejercicio y la experiencia de la propia sexualidad no está limitada al terreno de lo físico, sino que encuentra su razón y propósito divino a través de la vida espiritual y de la fe.

La doctora Alvaré expresó que «el cuerpo humano no está carente de significado, aún cuando hablemos del niño no nacido o del hombre y mujer y su relación de intimidad. Toda la información ética, testimonial y científica nos indica que tenemos que respetar el cuerpo no como un mero determinismo biológico. Simplemente no podemos contradecir tan violentamente al cuerpo humano», señaló.

Y abundó que uno de los aspectos más interesantes de la Iglesia católica es su entendimiento tan profundo de lo físico: «no nos da miedo ni pena hablar sobre la sexualidad humana, es por el contrario una bendición».

Señaló la estudiosa del tema de la familia que cuando el Santo Padre habla del matrimonio como el lugar donde encontramos a Jesucristo en los cónyuges, podemos llegar a imaginar que esta realidad vive en cada persona, en la vida de cada matrimonio. «No todo el mundo se casa pero la mayoría de las personas sí y por esto ésta teología es muy digna de consideración», indicó.

Para ejemplificar la cotidianidad, arraigo e importancia de la corporeidad en la vida religiosa de los fieles, la doctora Alvaré hizo un elenco de ritos y prácticas que implican manifestaciones físicas: «tocamos las reliquias, besamos las estatuas, tocamos nuestros rosarios, nos damos la mano. Esto habla de dar a cada persona un mensaje importante de que cada persona es un individuo importante. El Cuerpo de Cristo no está formado, lo tenemos que formar y debemos empezar con lo que tenemos».

Por Gilberto Hernández