¿Puedo ayudarle a vencer su timidez?

De 7 a 12

¿Puedo ayudarle a vencer su timidez?

» Desde pequeño era tímido. Pensábamos que se le pasaría a medida que fuera creciendo, pero su timidez va en aumento. Sufre mucho en su relación con los demás». La timidez no se cura sola, hay que tratarla, cambiando determinadas formas de pensar, sentir y actuar, Y en esta tarea, padres y profesores podemos ayudarle mucho a modificar esas conductas.

Patricia PALACIOS Asesora. Inmaculada NÚÑEZ LAGOS Psicóloga

 

Antes de los seis años, un niño tímido puede ir modificando conductas y com­portamientos si padres y profesores le estimulan con pautas educativas en su relación con los demás. Pero si por el contrario antes de esta edad no se ha logrado y el pro­blema va en aumento, no es tarde para actuar ahora, en la etapa de Primaria.

Debemos examinar el entorno en el que está cre­ciendo el niño y las causas de su timidez: ambien­te competitivo, situaciones en las que le han podido avergonzar delante de otros, momentos en los que le han forzado en su relación con los demás cuando lo pasaba fatal, carencia de habilidades sociales o exce­siva protección de sus padres.

 

Factores externos

Es tímido por una predisposición biológica, pero los últimos estudios relativos al tema aseguran que los factores ambientales, educativos y sociales influ­yen más que el factor genético en el desarrollo de la timidez. Por lo tanto, un niño «vergonzoso» puede serlo además de por las razones antes mencionadas, por conducta aprendida, por experiencias vergonzantes que no ha sabido superar, por baja autoestima o alteraciones de la vida familiar.

Sin embargo, tendremos que observar en nuestro hijo si es tímido como una disposición permanente de su personalidad o son respuestas emocionales ante ciertas situa­ciones sociales. El tratamiento será diferente se­gún los casos. Lo que está claro es que hay ma­neras, formas y estrategias que podemos llevar cabo para ayudarle a vencer su inseguridad, siempre sin forzarle.

 

En relación con los demás

La timidez siempre está relacionada con los demás, con las relaciones sociales. No se sabe qué decir, ni có­mo actuar. El niño tímido teme a ser calificado nega­tivamente. Evita el contacto social. Sufre. Un niño tí­mido se pone rojo a la primera de cambio, le sudan las manos, tartamudea, se siente más tranquilo con una sola persona que con un grupo, le cuesta horro­res hablar en público, no quiere ser objeto de aten­ción, teme la mirada de los otros, le cuesta decir lo que piensa y cualquier frustración le puede paralizar.

Puede también utilizar mecanismos de defensa para ocultar su timidez como por ejemplo, enfer­mar para no enfrentarse a un problema o culpar a otros de su situación. Tienden al aislamiento.

 

La especialista Mª Inés Monjas, en su libro “La timidez en la infancia y adolescencia”, identifica tres facetas de la timidez:

– Baja sociabilidad: niños poco sociables, introverti­dos.

– Baja aceptación social: niños aislados, ignorados o rechazados por los demás.

– Timidez propiamente dicha.

 

Debemos observar cuál es la situación concreta de nuestro hijo. No hay que olvidar que la timidez y el retraimiento social en la infancia tienen futu­ras consecuencias negativas en la juventud y vi­da adulta, tanto desde problemas emocionales hasta de personalidad. Pero si no se le ayuda en la infan­cia y en la adolescencia, puede incluso llegar a la fobia social, esto es, miedo a las relaciones so­ciales sin ninguna justificación concreta.

 

Rechazado por otros

Algunos niños son excluidos y rechazados por los demás por su timidez. Mª Inés Monjas afirma que en investigaciones llevadas a cabo por alumnos de Primaria y Secundaria, se ob­serva que el 29% de los alumnos es re­chazado por sus compañeros y el 17% es ignorado. Las razones que aducen los demás niños son las siguientes: «Es muy tímido, es muy soso y no habla con nadie, se corta mucho y lo pasa mal cuando le ves tan nervioso».

Algunos niños se retraen debido a una imagen ne­gativa de sí mismos que les produce una ansiedad so­cial. Por esta razón, evitan el contacto social con otros y al mismo tiempo, los compañeros le aíslan o le ig­noran. Hay otra clase de niños inseguros de sí mis­mos que evitan a los otros por miedo, porque les ven como un peligro o como una amenaza. Más que ti­midez es desconfianza, inseguridad.

 

Un tercer grupo de niños son los que se esfuer­zan por integrarse, a pesar de su timidez y de sentirse y saberse aislados por el resto. Si este es el caso, tu hijo deberá intentar tres modos de vencer su timidez:

 

1° Hablar a solas con el líder del grupo que le re­chaza y empuja a los demás a hacer lo mismo. Es muy difícil, pero hay que intentarlo, aunque uno se ponga amarillo. Ensayarlo primero en casa.

 

2° Enfrentarse a él (de buenas formas) en el grupo. Los demás verán que tampoco era tan tímido si sabe exponer lo que le están haciendo. Dejará bien claro que le están excluyendo por su timidez, y que esa forma de actuar no es de buenas perso­nas ni de amigos.

 

3° Si después de actuar de esta manera no consigue que le acepten, deberá buscar otro grupo de amigos y reforzar su seguridad con los aspectos positivos que hay en él. En Secundaria, los niños maduran y es cuando se forjan las verdaderas amistades.

 

Pautas educativas y estrategias

Ya sea por cualquiera de las tres facetas anteriormente expuestas, desde casa y desde el colegio, podemos lle­var a cabo diferentes estrategias para ayudarle a ven­cer su timidez. Eso sí, que él las identifique como un juego, como algo divertido y natural, no como una «técnica impuesta que ahora toca«, porque en lugar de re­sultarle agradable, se sentiría forzado y no le ayudaría a resolver su problema.

 

 

 

 

Reforzar la autoestima y el autoconcepto.

La ima­gen que tiene de sí mismo normalmente se forma por la opinión que recibe sobre él de sus padres, profesores, compañeros. Lo primero que hay que hacer es co­nocer qué piensa el niño de sí mismo. Con total segu­ridad su conducta responderá a ese concepto. Una vez conocida su opinión, se podrá analizar, ver qué hay de cierto, qué importancia tiene, qué no hay de cierto, etc. En ese autoconcepto negativo, el niño se comparará con otros. Hay que hacerle ver que es importante la va­riedad de estilos de personas. Algunos son más habla­dores, otros más reflexivos, otros más populares, otros más tranquilos, etc. Cada cual tiene algo bueno.

 

Habilidades sociales para estar con los demás. Sin forzarle, podemos llevar a cabo algunos planes de ac­ción para reforzarle su seguridad ante los demás. Por ejemplo, en casa podemos representar una situación, un conflicto. Nuestro hijo, con tranquilidad y sin mie­dos, intentará manifestar lo que haría para solucionar ese problema. Ensayar previamente en casa las situa­ciones que le paralizan por su timidez, es muy posi­tivo para reforzar su seguridad.

 

Conocer a sus amigos. Invitar a casa a sus amigos, conocer a sus padres, dejarle ir a casa de otros niños si él lo pide, apuntarle a algún equipo deportivo sin forzarle, enseñarle a interesarse por los demás, saber escuchar y también utilizar el sentido del humor cuan­do se encuentra en una situación conflictiva, son al­gunos métodos en relación con los demás que le ayu­darán a aumentar su autoestima.

 

Reforzar sus habilidades comunicativas. Por ejem­plo, animarle a iniciar conversaciones en casa, pre­sentarse ante gente nueva, hacer peticiones a los adultos, pedir favores, pedir y prestar ayuda, decir lo positivo de los demás, ofrecer sugerencias e ideas, etc.

 

Habilidades comunicativas no verbales. Mejorar sus formas de transmitir mensajes a los demás a tra­vés de la mirada, mantener el contacto visual, sonri­sa, expresión de emociones.

 

Reducción de la ansiedad. Uno de los sufrimientos que más le acarrea al niño tímido es la ansiedad que experimenta en las situaciones interpersonales. Para reducir esta ansiedad, hay diferentes técnicas: expo­ner en voz alta a padres o profesores sus temores, en­sayar cómo uno va a reaccionar si por casualidad ha­ce el ridículo en una situación, etc.

Aumentar las relaciones sociales en la familia. De­beremos también pensar nosotros cómo son nuestras relaciones sociales, nuestros amigos, nuestro trato con otras familias. Si son escasas, esforzarse por aumen­tar nuestros contactos con los demás.

Abrir la comunicación en la familia. Este es un te­ma esencial. Padres tímidos, que no hablan en casa, niños tímidos. Hay que buscar oportunidades para ha­blar en familia, para conocerse y tratarse. Además, es muy importante preguntar a nuestro hijo, a solas, so­bre sus dificultades para relacionarse con los demás. En la medida que él lo sepa y nosotros también, le podremos ayudar a ser más objetivos y a no ver pro­blemas donde no los hay.

Evitar un estilo educativo autoritario. El hecho de obligar siempre al niño a determinadas conductas en casa, sin razones, sin diálogo, con distancia, provoca mayor timidez en los niños.

Implicación en el colegio

Junto a la familia, el colegio tendrá un papel esencial para mitigar la timidez en el niño o por el con­trario, aumentarla.

Es uno de los temas que padres y profesores deben ponerse de acuerdo y trazar planes conjuntos.

Los profesores deben prestar especial atención con sus alumnos tímidos. Así, deben motivarles a ser más va­lientes, tienen que evitar críticas por su timidez, hacer que se sientan capaces de realizar proyectos, de tener iniciativas, reforzar positivamente sus logros, permitir que expresen sus emociones u opiniones aunque no sean de nuestro agrado y no avergonzarlos jamás.

 

Otro de los puntos importantes es observar con quién juega en los recreos. Un niño de 10 u 11 años que juega solo, que está algo aislado, puede ser una causa grave de timidez o baja sociabilidad. Ade­más, a partir de los 10 u 11 años, es cuando los com­pañeros de colegio diferencian quién es tímido y quién no. Si el niño juega habitualmente solo, el pro­fesor deberá preguntarle por qué y encontrar entre ambos los problemas y soluciones. Para ello, podrá pedirle poco a poco que preste ayuda a otros niños, encomendarle trabajos en grupo, hacerle participar en clase sin forzarle, ver cuáles son las habilidades positivas y fomentarlas. Por otra parte, el tutor deberá hablar con otros alumnos y encomendarles que se preocupen por el compañero tímido.

 

¿Qué hay que HACER?

Darle confianza, estimularle, motivarle, valorarle, escucharle «activamente», reconocer explícita­mente sus logros y esfuerzos, animarle, ayudarle cuando tenga dificultades, aceptarle y respetar sus características, no forzarle, demostrarle afecto, apoyarle ante los fracasos.

 

¿Qué hay que EVITAR?

Criticarle, humillarle, descalificarle, ridiculizarle, ame­nazarle, castigarle por su timidez, presionarle, exi­girle demasiado, exigirle perfeccionismo, comparar­le con otros, sobreprotegerle, poner en evidencia sus faltas y errores, consentirle en exceso y no exigirle, mostrar una actitud fría y distante.

 

Toma en cuenta

 

No confundas timidez con una conducta reflexiva y callada. Un niño reflexivo es observa­dor, poco expansivo, secundario, pero no tiene por qué ser tímido. Si tiene amigos, aunque sean pocos, comunica sus sentimientos, participa en clase, etc., no tiene ningún problema.

 

Es esencial ayudar a nuestro hijo a cambiar pensamientos negativos a positivos. A veces piensa: «No voy a hablar porque los demás van a pensar que he dicho una tontería». Y debemos ayu­darle a que piense: «Aunque digas una tontería, di lo que piensas, porque todo el mundo a veces dice tonterías. Es mejor opinar que quedarse callado siempre. Además, ¿por qué va a ser una tontería?».

 

Ayúdale a definir su personalidad. Eso le dará seguridad. Pensar en sus gustos, actividades, opi­niones, lo que se le da bien. Y que las desarrolle.

– Observa si su timidez le impide tener amigos buenos o por el contrario, hay algunos que abu­san de él. Hazle entender, sin forzarle, que a lo mejor se están aprovechando. Habrá que pensar con él en otros compañeros estupendos para que sean sus amigos.

 

No contestes por él cuando un familiar, un adul­to o el médico le preguntan. Ten paciencia, él puede.

 

Evita también situaciones que puedan provo­car su ansiedad. Por ejemplo, esperar a que él hable u obligarle a realizar un plan con algunos amigos cuando no está seguro.

 

– Si ante determinada acción, por ejemplo, pedir sal a la vecina, se pone de los nervios, que le acompañe su hermano. Pero que se esfuerce en pedir él la sal.

 

– Hay que acudir al psicopedagogo cuando la timidez le impida hacer una vida normal.

 

Toma medidas

 

– Si es tímido por ejemplo, para participar en clase, hablar delante de todos los compañeros, mani­festar sus opiniones, podemos realizar con él distintos ensayos y ejercicios previos en casa. Uno de ellos, por ejemplo, es grabar una pequeña conversación, un dis­curso suyo, su opinión ante un tema, etc., como si estuviera hablando en público. Después, lo escuchare­mos con él y descubriremos que no ha pasado nada malo y que lo ha hecho muy bien. Siempre con senti­do del humor.